sábado, 18 de diciembre de 2010

Expectación del Parto de la Santísima Virgen



Es precisamente en España donde comienza a celebrarse con asiduidad y fervor a partir del siglo VII. En el mes de diciembre del año 656, durante el reinado de Recesvinto. tuvo lugar la celebración del X Concilio de Toledo. Los obispos allí reunidos eran bien conscientes de la importancia de recordar a María como protagonista imprescindible en el misterio de la Encarnación del Señor. Y eran conscientes también de las dificultades que el tiempo de primavera, en el que se celebra la Anunciación a María y la Encarnación del Señor. oponía a la celebración adecuada de esa fiesta. Así que, con buen sentido, en el primero de sus siete cánones decidían colocar una fiesta especial en las vísperas esperanzadas de la Natividad del Se-ñor:
«Porque en el día en que el ángel comunicó a la Virgen la concepción del Verbo, no se puede celebrar este misterio dignamente, a causa de las tristezas de la Cuaresma o las alegrías pascuales, que con frecuencia coinciden con él, declaramos y mandamos que el octavo día antes del nacimiento del Señor se consagre con toda solemnidad al honor de su Madre. De esta manera. así como la Natividad del Hijo se celebra durante ocho días seguidos, del mismo modo podrá tener también una octava la festividad sagrada de María.,
Aquella iniciativa se debía en gran parte al celo de Eugenio, el santo y sabio arzobispo de Toledo. tan buen teólogo como delicado poeta. Sería aquél uno de los últimos actos de su pontificado. Pero el mismo amor a esta fiesta profesaban San Fructuoso, que acababa de ser elegido como obispo de Braga, y, sobre todo, San Ildefonso, el inmediato sucesor de Eugenio en la sede toledana. A él, que tanto escribió sobre María, se debe el texto de la misa —Erigamus quaeso— en honor de la Virgen, que había de celebrarse el 18 de diciembre. Junto a estos grandes padres de la Iglesia habría que mencionar a muchos otros testigos de la fe en las tierras de Hispania.
Idéntica estima profesaba el pueblo cristiano a esta «fiesta de Santa María". Tanto es así que cuando hubo que abandonar el antiguo rito hispano para aceptar la liturgia romana, lo hicieron a condición de que les fuera permitido conservar esta hermosa y sentida celebración.
Esta hermosa fiesta mariana, nos enfoca en este tiempo de adviento a esperar contemplativamente la venida del Señor. También es conocida esta fiesta como la de la Virgen de la O, por las antífonas del Magnificat de la liturgia de las horas, que dan comienzo en la víspera de esta fiesta y cocluyen el día 24. La antífona de hoy está impregnada de esperanza, como el resto, donde el Oh manifiesta ese deseo anhelante de la venida del Mesías.



O Adonai, et Dux domus Israel,
qui Moysi in igne flammae rubi apparuisti,
et ei in Sina legem dedisti:
veni ad redimendum nos in brachio extento.
Oh Adonai, Pastor de la casa de Israel,
que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente
y en el Sinaí le diste tu ley:
ven a librarnos con el poder de tu brazo.

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