domingo, 30 de enero de 2011

Beato Manuel Domingo y Sol


El sacerdote, con todas las circunstancias que acompañan su estado, está como en medio de un río caudaloso; no basta estarse quieto, será arrastrado; ni basta mantenerse entre dos aguas con cierto equilibrio, bajará al fondo; es preciso forcejear y forcejear constantemente.

Beato Manuel Domingo y Sol

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