lunes, 23 de enero de 2012

San Ildefonso de Toledo


 La Casulla de San Ildefonso

 En España cobdicio de luego empezar,
en Toledo la magna, un famado logar,
ca non sé de qual cabo empieze a contar
ca más son que arenas en riba de la mar.

En Toledo la buena, essa villa real,

que yaze sobre Tajo, essa agua cabdal,
ovo un arzobispo, coronado leal,
que fue de la Gloriosa amigo natural.

  Diziénli Ildefonsso, dizlo la escriptura,

pastor que a su grey dava buena pastura,
omne de sancta vida que trasco grand cordura,
que nos mucho digamos, so fecho lo mestura.

  Siempre con la Gloriosa ovo su atenencia,

nunqua varón en duenna metió mayor querencia;
en buscarli servicio metié toda femencia,
facié en ello seso e buena providencia.

  Sin los otros servicios, muchos e muy granados,

dos yazen en escripto, éstos son más notados,
fizo d'ella un libro de dichos colorados
de su virginidat contra tres renegados.

  Fizo'l otro servicio el leal coronado,

fízoli una fiesta en deciembre mediado.
La que cae en marzo, día muy sennalado,
quando Gabrïel vino con el rico mandado,

  Quando Gabrïel vino con la messagería,

quando sabrosamientre disso «Ave María»,
e díssoli por nuevas que parrié a Messía
estando tan entrega como era al día.

  Estonz cae un tiempo, esto por connocía,

non canta la eglesia canto de alegría,
non lieva so derecho tan sennalado día.
Si bien lo comediéremos, fizo grand cortesía.

  Fizo grand providencia el amigo leal,

que puso essa festa cerca de la Natal;
asentó buena vinna cerca de buen parral,
la Madre con el Fijo, par que non á egual.

  Tiempo de quaresma es de afflictión,

nin cantan «Aleluya» nin facen processión;
todo esto asmava el anviso varón,
ovo luego por ello onrrado gualardón.

  Sennor sant Illefonsso, coronado leal,

fazié a la Gloriosa festa muy general;
fincaron en Toledo pocos en su ostal
que non fueron a Missa a la sied obispal.

  El sancto arzobispo, un leal coronado,

por entrar a la Missa estava aguisado,
en su preciosa cátedra se sedié asentado;
adusso la Gloriosa un present muy onrrado.

  Apareció'l la Madre del Rey de Magestat,

con un libro en mano de muy grand claridat:
el que él avié fecho de la virginidat;
plogo'l a Illefonsso de toda voluntat.

  Fízoli otra gracia qual nunqua fue oída:

dioli una casulla sin aguja cosida;
obra era angélica, non de omne texida,
fablóli pocos vierbos, razón buena, complida.

  «Amigo, -dísso'l- sepas que só de ti pagada,

ásme buscada onrra non simple, ca doblada:
fecist de mí buen libro, ásme bien alavada,
fecístme nueva festa que non era usada.

  A la tu Missa nueva d'esta festividat,

adúgote ofrenda de grand auctoridat:
cassulla con que cantes, preciosa de verdat,
oy en el día sancto de Navidat.

  De seer en la cátedra que tú estás posado,

al tu cuerpo sennero es esto condonado;
de vestir esta alva a ti es otorgado,
otro que la vistiere non será bien hallado.»

  Dichas estas palabras, la Madre glorïosa

tollióseli de ojos, non vío nulla cosa;
acabó su officio la persona preciosa
de la Madre de Christo, crïada e esposa.

  Esta festa preciosa que avemos contada

en general concilio fue luego confirmada:
es por muchas eglesias fecha e celebrada,
mientre el sieglo fuere non será oblidada.

  Quando plogo a Christo, al celestial Sennor,

finó Sant Illefonsso, precioso confessor;
onrrólo la Gloriosa, Madre del Crïador,
dio'l gran onrra al cuerpo, a la alma muy mejor.

  Alzaron arzobispo un calonge lozano,

era muy sovervio e de seso liviano;
quiso eguar al otro, fue en ello villano,
por bien non gelo tovo el pueblo toledano.

  Posóse enna cátedra del su antecessor,

demandó la cassulla que'l dio el Crïador;
disso palabras locas el torpe peccador,
pesaron a la Madre de Dios Nuestro Sennor.

  Disso unas palavras de muy grand liviandat:

«Nunqua fue Illefonsso de mayor dignidat,
tan bien so consegrado como él por verdat,
todos somos eguales enna umanidat.»

  Si non fuesse Sïagrio tan adelante ido,

si oviesse su lengua un poco retenido,
non serié enna ira del Crïador caído,
ond dubdamos que es ¡mal peccado! perdido.

Mandó a los ministros la casulla traer

por entrar a la Missa, la confessión fazer,
mas non li fo sofrido ni ovo él poder,
ca lo que Dios non quiere nunqua puede seer.

  Pero que ampla era la sancta vestidura,

issióli a Sïagrio angosta sin mesura:
prísoli la garganta como cadena dura,
fue luego enfogado por la su grand locura.

  La Virgen glorïosa, estrella de la mar,

sabe a sus amigos gualardón bueno dar:
bien sabe a los buenos el bien gualardonar,
a los que la dessierven sábelos mal curar.

Amigos, a tal Madre aguardarla devemos:

si a ella sirviéremos nuestra pro buscaremos,
onrraremos los cuerpos, las almas salvaremos,
por pocco de servicio grand gualardón prendremos.


Gonzalo de Berceo

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