lunes, 11 de febrero de 2013

El Santo Padre Benedicto XVI presenta su renuncia a la Sede de San Pedro


Hoy el Santo Padre Benedicto XVI en las cuales haen un acto histórico, ha anunciado que renuncia al cargo que le fue confiado el 19 de abril de 2005. Desde el estupor de esta noticia, que no esperábamos fuese cierta, pedimos a Dios que nos dé su luz y fuerza, que si ha de ser elegido un nuevo Vicario de Cristo en la Tierra, nos muestre su misericordia. Bien es cierto que vemos la barca de Pedro sumida en una tempestad cada vez más recia, y ahora, cuando los primeros destellos del sol se dejaban ver en el cielo de Roma, vuevle la negrura de la noche. Esperemos que llegue pronto la calma, y que brille el sol de nuevo en el Oriente de nuestra Santa Iglesia. 


Nos sentimos huérfanos, aún más que si el Papa hubiese volado a la Casa del Padre, es un sentimiento de dolor, pero también de temor, como los apostoles escondidos en el cenáculo tras la muerte del Maestro. Confiamos en el Espíritu Santo, y que no dejará que las asechanzas del Enemigo malo haga zozobrar a su Iglesia, que las oscuridades del modernismo no ahoguen el verde retoño de la auténtica primavera de la Iglesia, ser lo que siempre fue. Recemos por nuestro Santo Padre, y por el nuevo Papa.



Les ofrecemos las palabras de Benedicto XVI:

"Queridísimos hermanos, los he convocado a este consistorio no solo para las tres canonizaciones, sino también para comunicarles una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia. Después de haber examinado repetidamente mi conciencia delante de Dios, he llegado a la certeza de que mis fuerzas, por la edad avanzada, no son ya las necesarias para ejercer de modo adecuado el ministerio petrino.

Soy bien consciente de que este ministerio, por su esencia espiritual, puede realizarse no solo con las obras y las palabras, sino también sufriendo y rezando. No obstante, en el mundo de hoy, sujeto a rápidos cambios y agitado por cuestiones de gran importancia para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el evangelio es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del alma.

Vigor que en los últimos meses me ha disminuido de tal manera que debo reconocer mi incapacidad para administrar bien el ministerio a mí confiado. Por esto, buen sabedor de la gravedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, sucesor de San Pedro, confiado a mí por mano de los cardenales el 19 de abril del 2005. De modo que, desde el 28 de febrero del 2013, a las 20, la sede de Roma y la sede de San Pedro quedará vacante y deberá convocarse, por aquellos a quienes compete, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, les agradezco de todo corazón por todo el amor y el trabajo con el que han llevado conmigo el peso de mi ministerio. Y les pido perdón por todos mis defectos. Ahora, confiamos la Santa Iglesia al cuidado del Sumo Pastor, nuestro Señor Jesucristo, e imploramos a su santa Madre María para que asista con su bondad materna a los padres cardenales en la elección del nuevo Sumo Pontífice. Respecto a mí, quiero servir también en el futuro a la Santa Iglesia de Dios con todo mi corazón, con una vida dedicada a la oración".


BENEDICTUS PP. XVI

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